En México, sólo el 1% más rico acumula el 28% del total de los ingresos y 47% de la riqueza. Debido a una baja recaudación tributaria (cobro de impuestos) a los más ricos, el Estado renuncia a su poder redistributivo, perpetuando así la grave desigualdad en el país.
Gracias a la Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES), en colaboración con el Instituto de Estudios sobre Desigualdad (INDESIG), se creó la campaña: Impuestos contra la Desigualdad, que tiene la finalidad de concientizar a la población a través de datos duros sobre cómo la recaudación es una de las mejores herramientas en la lucha contra la desigualdad, y que México necesita más impuestos progresivos.
Una sociedad no puede funcionar sin impuestos. La recaudación tributaria cumple diversos objetivos, entre ellos, costear los servicios más básicos de la sociedad, tales como: el drenaje, el alumbrado público o la recolección de desechos. Además, es fundamental para fondear los sistemas educativos, de salud y de protección social.
También cumple con una función frecuentemente olvidada: la de combatir la desigualdad mediante la incidencia progresiva en los ingresos de los distintos estratos sociales. Es decir, cobrando más a los que más ingresos o riqueza tienen.
Es una de las principales fuentes de desigualdad, la cual afecta las condiciones de vida de una persona. En México, existe una gran disparidad de ingresos, ya que el 10% más rico acumula 61% del total de ingresos, y tan solo el 1% más rico acumula el 28% (WID, 2022).
La recaudación de México no solamente es baja con respecto a los países de la OCDE, sino también en términos de la región latinoamericana.
Esto no solo tiene consecuencias sobre su capacidad redistributiva, sino también en el financiamiento de todas las funciones del Estado, de manera general.
En México el gobierno redistribuye muy poco. Por un lado, el gasto social como porcentaje del PIB es sólo de 8% y se encuentra muy por debajo del promedio de la OCDE (20%). Por el otro, dos de los tres impuestos más importantes en México tienen un efecto nulo en términos de redistribución (IVA e IEPS).
Con ese nivel de gasto social en países de la OCDE, se pagan programas como Seguro de Desempleo, Servicios de Salud universales, Vivienda Social accesibles, Educación Pública de calidad incluso con comedores escolares adecuados, Sistemas Nacionales de Cuidados para infancia, adultos mayores y personas con discapacidad, Pensiones y Seguridad Social Universal y hasta políticas de transferencias monetarias para las familias con hijos, en vulnerabilidad o, en algunos casos, para todas las familias. Todo esto hace a una vida más barata y alcanzable para la población.
Aumentar la tasa marginal máxima del Impuesto Sobre la Renta (ISR) a personas físicas con ingresos altos (restituyendo al menos la tasa de 40% que se tenía hasta hace 20 años) y discutir posibilidades de mejora en la recaudación del ISR empresarial
Creación y/o mejora de impuestos a la propiedad, como la restitución del impuesto a las grandes herencias, la propuesta del impuesto a la riqueza millonaria
Mejorar la recaudación local, especialmente en torno al impuesto predial, a la tenencia de automóviles, a las ganancias en la bolsa y por regalías a las mineras
Reducir las deducciones y exenciones al ISR y otros impuestos, así como justificar las que permanezcan.